20 de marzo de 2009

LES LUTHIER



Letras de algunas de sus obras (un ejemplo)
Terpsícore
MM: La siguiente pieza de este recital es un ritmo latinoamericano, muy festivo, muy animado, que se canta y se baila sobre todo... difundido en países tropicales como: Colombia, Venezuela, República Dominicana; en fin, estamos hablando, ni más ni menos, que del famoso merengue. El merengue... DR: ¿Cómo le va? MM: Bienvenido, doctor, me alegro que esté aquí, así podremos compartir esta breve disertación, y esto digo, deja de ser un simple monólogo, para convertirse en un... biólogo. Estamos hablando del merengue... DR: El merengue es un delicioso postre, un pequeño pastel o pastelito, de forma ovada o avuhevada, que se hace batiendo las claras de huevo a punto de nieve, se lo mezcla con el almíbar, se lo hornea veinte minutos... una vez que está con... MM: Me temo que ha habido un pequeño malentendido... yo me refería al merengue en tanto danza. DR: Se baten las claras de huevo a punto de nieve, se lo mezcla con el almíbar y se lo hornea veinte minutos MM: Danza, danza DR: Bueno, se puede danzar mientras se hace el batimento, no hay problema... MM: Por lo tanto déjeme a mí, por lo tanto, le propongo que partamos de un principio... DR: No se lo puede partir, se desmigaja todo, es un postre seco. MM: No, que partamos de la Historia. Usted sabe que en la mitología griega, están las musas que propician las Artes; por ejemplo la musa del teatro, Talía; la musa de la música, Euterpe... bueno, y hay otras más... la musa de los escarabajos... la "escaramusa"... pero bueno, dada la índole de la disertación que nos congrega en este recinto, digamos que la musa de la danza es Terpsícore. DR: ¿Quién? MM: Doctor, no me diga que no conoce a Terpsícore DR: De nombre no, a lo mejor si la veo... Esther Píscore, ¿quién es?... no, no la conozco yo... nono, me acordaría, porque yo tengo buena memoria para la gente... Esther Píscore, ¿qué tal es?... ¿es simpática?.. bueno, bah, no me importa, ¿está buena?... Esther Píscore, con ese nombre no debe pasar inadvertida... Esther Píscore, jaja... “acá está Esther Píscore”. MM: No, no, doctor. No dije Esther. DR: ¿Ester Píscore? MM: No dije Esther. Dije: es Terpsícore DR: Ah... Ésther Píscore. Esa es la pronunciación griega; nosotros a las "Ésther" de ustedes las llamamos "Esthér". Si viene caminando una por la calle y usted le dice "Ésther", sigue caminando y no se entera; en cambio si usted le dice "Esthér", se da vuelta y le pregunta "¿me llamabas?" - "sí, yo soy Daniel...", y se entabla un... “mucho gusto” y se entabla un... se entabla lo que puede llegar a ser, digamos... no siempre se da... siempre y cuando se llamen Esther... si se llama Alicia, sigue viaje, tampoco se entera... por más que uno le diga Esther... Una vez venía caminando una y le dije "¿Esther?", se dio vuelta y me dijo "yo me llamo José Luis", jajaja... y no se entabló nada, porque a mí no me va ese tipo de... ese tipo de... ese tipo ni ningún otro tipo, quiero decir... no es lo mío... me educaron mis padres de una manera y yo he sabido responder a esa educación honrándola... me educaron en la libertad de poder pensar lo que me dé la gana, pero las cosas se hacían de una forma... también había que respetar a los demás porque cada cual podía hacer de su vida lo que se le diera la gana, no?... pero no había tutía... o sea, no había tú tía, mi tía si que había, y ella era la que nos daba cuando nos portábamos... pero siempre había un motivo para tolerar, había que respetar a los demás por lo que los demás quisieran ser, no había que ser sectario... el plularismo, la otredad y la libertad de expresión eran las bases de la... en mi familia, por lo menos; no sé en la suya, pero... si José Luis quiere, allá él, yo no me voy a interponer... ¡seguro que no me voy a interponer! Eso seguro, pero que él haga de su... ¡que él haga lo que quiera, quiero decir!... y si usted quiere ir con José Luis, vaya eh? También eh?... yo no se lo voy a presentar, porque a mí qué... ¿Píscore es un apellido griego? Píscore... Esther Píscore... ¡ah!, que se casó con García, que era el griego... Esther Píscore de García el griego... Esther Píscore... y la maestra la llamaba por su nombre de pila, o batería: “Esthercita, ven para acá”, pero ella no iba porque era díscola... era “discóbola”, se dice en griego... Esther, la discóbola de García... y había hecho la la... servicio militar, cumplió bajo bandera... “Esther Píscore de García” “Presente” “Cuerpo a tierra Píscore, venga... para... acá...” MM: Cálmese Doctor... ha estado usted... reflexionando, digamos... por caminos sinuosos... ha estado usted razonando fuera del recipiente. Es mucho más simple; fíjese con qué natural casi displicencia lo enuncio yo: la musa de la danza es Terpsícore; como si no me importara nada. DR: Esther Píscore, a mi tampoco me importa... Esther Píscore, es correcto... MM: ¡TERPSÍCORE! DR: ¡ESTHER PÍSCORE! MM: ¡TERPSÍCORE! DR: ESTHER PISCIS... ES DE PISCIS MM: ¿Qué piscis? DR: No, no sé si es de piscis, no sé cuando nació... es tisis... es de cistitis, tiene cistitis, si es de piscis puede tener cistitis... es, pisis tisis, esther pisis tis es tesis pis tipis disipis is dis is is tisis i sis pis is tisis tisis... ¡tisis!... ¡¡tisis!! This is the pencil... this is the pencil of Esther Píscore... this is not the pencil of Louis Jefferson... is this pencil of Louise Jefferson? No... you know why? Because this pencil is of Esther Píscore... ¡¡this pencil is of Esther Píscore!! ¡This pencil! Is this pencil of Esther Píscore? NO! This is the pencil of Esther Píscore! (La gente aplaude) Wait a moment, wait a moment... where is Esther Píscore just now? Is she cleaning the blackboard? Is she clapping hands at the publico? Is she looking for a bus at the avenue? Look at the... look at the feet... avenue? No! She went to the bathroom! MM: My dear friend... you are... arrre...equivocated. Y yo creo saber la razón de su error; lo que pasa es que la palabra Terpsícore tiene una pe y a continuación una ese, lo que podríamos denominar un "diptongo de consonantes", o, "diptongonante", según algunos autores... si, algunos ya le dicen "consonantongo"... allá ellos... pero, digamos, es una simple yuxtaposición de consonantes, y creo que ahí radica la dificultad. Usted, ¿normalmente tiene problemas con la yuxtaposición? DR: No he recibido queja alguna hasta ahora MM: Fíjese como lo pronuncio yo: Terp-sícore: el labio superior arriba, el labio inferior abajo DR: La posición tradicional MM: Doctor le propongo que practiquemos... DR: ¿Aquí? MM: Haga ¡PS! DR: ¿Aquí? ¡ah! ¡el consonantongo! ¡ps! ¡ps! ¡ps! CNC: ¿Llamaban los señores? MM: Eh... sí... ¿qué tenemos para comer hoy? CNC: Bien, para hoy tenemos, si los caballeros gustan, podríamos comenzar... bueno, de primero tenemos... el chef recomienda... eh... en un restaurante de esta categoría, naturalmente, todo es muy fresco... de primero... y de segundo, también. Tenemos... DR: ¿Qué le pasa? CNC: Lo tengo en la punta de la lengua... (Intentan ver lo que tiene en la punta de la lengua) MM: Hombre, por qué no trata de recordar... lea la carta CNC: (saca una carta) "Querido sobrino, aquí estamos todos muy bien y te echamos de menos; techamos de menos, porque se nos acabaron las tejas, el mes próximo terminaremos de techar. Tuya, tu tía Carolina" Bueno, eso es todo lo que tengo... DR: Muchísimas gracias, retirese, tiene un ocho. Yo no podía comprenderlo de ninguna manera, querido colega, porque usted lo pronuncia de manera incorrecta; la musa de la danza es TerpsícoreS... MM: ¿Cómo puede ser "TerpsícoreS", si es una sola? ¿O sus amigos le dicen “hola, ¿cómo te va AlbertoS”? Es una: Terpsícore DR: Mis amigos me dicen Luis. También es uno AristóteleS, ArquímedeS; PlatónS; albóndigaS; platóns de albóndigas... MM: Perdóneme doctor, pero noto en usted una incontenible e irrefrenable tendencia y/o compulsión a referirlo todo a temas de la ingesta, y/o/u... ae ae... gastronómicos. De sus palabras, surge a las claras... DR: No, se baten las claras de huevo a punto de nieve y se lo mezcla con el almíbar... MM: La danza, la danza, querido amigo, una de las expresiones más genuinas del ser humano, que se manifiesta con saltos, giros, contorsiones, se baten palmas... DR: No, se baten las claras de huevo a punto de nieve, y se lo mezcla con... MM: ¡No! Se baten palmas, ¿no vio que los bailarines se marcan el ritmo batiendo las palmas? Fíjese... (Comienzan a dar palmas) CNC: ¿Llamaban los señores? MM: Eh, sí, ¿qué tenemos para comer hoy? CNC: Bien, para hoy tenemos lengua a la vinagreta, ajíes rellenos, pulpo a la gallega, y merluza. MM: Caramba, caramba... CNC: No, caramba no nos queda DR: ¿Cómo puede ser la merluza? CNC: La merluza puede ser a la plancha, o bien arrugada MM: Después de la lengua, y los pimientos rellenos, ¿qué viene? CNC: Un poquito de acidez DR: Está bastante mejor, eh MM: Hoy está bien, así que hoy no le hacemos el electroshock. De todos modos siga con las pastillitas, los psicofármacos, y nos ve el lunes. (DR y MM hablan a la vez y dicen lo siguiente...). DR: Se baten las claras de huevo a punto de nieve, se lo mezcla con el almíbar y se lo hornea unos veinte minutos aproximadamente hasta tener terminado este pequeño pastel de forma ovada llamado merengue que lo vamos a dividir en dos mitades: la mitad inferior, o “emi merengue inferior” la podemos cubrir con un poco de mermelada de fruta o crema chantilli, y la mitad superior o “emi merengue superior” o “insupra” del merengue la podemos decorar con una pequeña fruta, por ejemplo una sandía... MM: Las danzas tropicales han tenido su auge en los salones del occidente desde tiempo inmemorables, que provoca, por ejemplo, la temprana irrupción del Chachachá, que en realidad tiene leves deformaciones del mambo. Pero teníamos dos orígenes para las danzas tropicales: las de origen afro americano y también las de origen más cercano, como el tango, la rumba, y también tenemos el merengue, la cumbia inclusive, que parte de una... (Dejan de hablar juntos). MM: ¿Una sandía? DR: Una pequeña, de ocho kilos. MM: Fiuuuuuuuu... y, ¿no le aplasta el merengue? Discúlpeme que se lo pregunte de esta manera, pero... CNC: ¿Llamaban los señores? MM: Sí. ¿Qué tenemos de postre para hoy? CNC: De postre tenemos merengue Todos: ¿De postre tenemos merengue? (cantan con ritmo tropical) ¡de postre tenemos merengue! ¡De postre tenemos merengue!

19 de marzo de 2009

tomamos mate???





El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo. Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda '¿unos mates?'. Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos. Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón. Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde: 'Como tomes vos'. Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie. Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones. El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores... Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!'. Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'. Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día. Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.

16 de marzo de 2009

La dulce Carola





Yo conozco la historia de un tipo que se enamoró desde una ventana. Es la historia de un amigo, vive en México, en el D.F., trabaja en la octava planta de un edificio, en unas oficinas en el centro de la ciudad.
Y un día, estaba con la mirada perdida en el smog del D.F. cuando bajó la mirada del cielo a la calle; o más bien del smog al cielo, porque allí estaba ella, la dulce Carlola, de belleza soberbia, radiante cruzaba la calle, y a sus pasos se detenía toda la ciudad. En frente, había un edificio en obras, y todos detenían su ritmo frenético para observar aquella mujer.
Un obrero estuvo tentado de lanzarle un piropo, pero el de al lado le dio un codazo para callarlo; tal era el silencio litúrgico que imponía esa mujer. Y mi amigo se quedó embobado mirando aquella mujer, cruzando la calle… Ella iba pensando en lo suyo, pensando quizás en lo duro que iba a ser su nuevo trabajo en el restaurante de la esquina. Se quedó embobado viendo cómo la puerta del restaurante devoraba a aquella mujer menuda, y supo mi amigo que nada sería igual.
A la mañana siguiente, después de haber estado toda la noche pensando en aquella mujer, mi amigo salió a la ventana, se asomó… Y allí la encontró. Y aquella cita era diaria, aquella cita se convirtió en una obsesión; día a tras día mi amigo se asomaba a la ventana y la veía pasar, se preguntaba como sería ella, como sería su vida, como despertaría, como dormiría. Pasaban los días, y pasaban los meses, y mi amigo a veces creía percibir el perfume de ella desde lo alto del edificio, fíjate. Creía escucharla tararear una canción y la melodía le perseguía durante todo el día. Y pasaban los meses, y pasaron años… Y mi amigo asomado a la ventana, preocupándose cuando la veía caminar bajo la lluvia sin paraguas, preocupado cuando la creía ver mas delgada… Paso mucho tiempo, y muchas veces estuvo tentado de bajar los ocho pisos para decirle a aquella mujer, que: ¡que diablos! que la amaba. Pero no lo hizo.
Y paso mucho tiempo, cuatro años asomado a la ventana, y planeando el momento preciso para acercarse a ella… Y por fin tomo una decisión: sería este día. Ese día terrible, mi amigo se sorprendió un poco cuando no la vio pasar por debajo de su ventana, pero aún así se fue a buscarla al restaurante; buscó a Carola entre las mesas pero no la encontró, así que preguntó al encargado. Le dijo que Carola se había marchado, no del restaurante, del D.F… Se había ido a Acapulco con su familia, y no iba a volver más…
Y mi amigo supo del sabor amargo de la derrota. Supo que aquella mujer no volvería a cruzar por debajo de su ventana, y subió los ocho piso arrastrando los pies, y no se sorprendió cuando en la octava planta encontró a todo el mundo alborotado, de un lado para otro, frenéticos. Alguien con el rostro desencajado le dijo que la empresa había quebrado, que estaban en la bancarrota, así que todos en la calle. En un día había perdido todo: la mujer que amaba, el trabajo,… Volvió para casa, no muy sorprendido, todo encajaba. El mundo se derrumbaba y lo hacia todo de una vez
Durante mucho tiempo estuvo abandonándose en casa, sin saber que hacer, y solamente pensando en la dulce Carola. Primero sin el valor para salir a buscarla a Acapulco, y luego sin la plata necesaria. Pasó otro año, 5 años desde que vio a Carola por primera vez, y decidió, pues, tomar una decisión. Empezó a buscar trabajo, pero mi amigo tenia 39 años, y en México no es fácil encontrar trabajo a esa edad, porque ya no eres el joven agresivo que buscan las empresas, sabes?, y en todas las entrevistas de trabajo le decían que no y que no. Así que mi amigo decidió tomar una decisión que cambió su vida. Decidió buscar a un coyote (un coyote en México es un tipo que se dedica a negocios turbios). Veréis, mi amigo buscaría a un coyote para que le hiciese una falsificación de la partida de nacimiento; mi amigo bien podría aparentar 34, así que le pediría al coyote una partida de nacimiento que dijera que tiene 34 para así poder acceder a algún puesto de trabajo. Así pues, mi amigo se fue para la Plaza de Santo Domingo, cerca del Zócalo, donde están los coyotes…Y ahí tienes a mi amigo perdido, colgado de un lado para otro. Se acabó perdiendo entre las callejuelas, y apareció en un callejón inhóspito, en un portal antiguo, viejo. Observó como un anciano le sonreía y le hacia señas para que le siguiera. Mi amigo siguió a aquel misterioso hombre, y supo que era un coyote. Le dijo: - yo soy tu hombre, se lo que necesitas, - si ya se, necesito una partida de nacimiento que falsifique que tengo 34, - vale, vale, dame tus datos. Empezó a tomar datos, y mientras tomaba datos, el viejo coyote, le dijo:
-¿ Alguna vez estuviste en Acapulco?
Y a mi amigo le dio un vuelco al corazón y se deshacía en el ácido del recuerdo, - Nunca.- El viejo le dijo: ” Veras, yo vivo cerca de la autopista hacia Acapulco, cerca de Tepozán, ¿Conoces la curva del autopista?” ¿conocéis la leyenda, verdad?, mi amigo también; la del fantasma que hacía autostop en el mismo sitio, que se subía en el primer coche y desaparecía en la misma curva en que se mato… Aquella carretera estaba deshabitada. Casi nadie pasaba por allí por miedo al fantasma. mi amigo asintió, y el viejo le dijo: “Pues veras, muchas veces he estado tentado de agarrar la autopista para Acapulco y empezar de nuevo… Espera un momento”. Y mi amigo, se quedó pensando en Acapulco y mil huidas. Al rato vino el viejo coyote, con los documentos falsos, y se fue para casa. Aquella noche sólo pudo dormir con el recuerdo de la dulce Carola.
A la mañana, el teléfono sonó bien temprano. Alguien al otro lado le decía: “Oye que tienes que venir a la reunión, que es urgentísimo, que tienes que estar aquí, vente para la oficina!”. Y mi amigo colgó el teléfono, maldiciendo al tipo al otro lado de la línea: “¡la oficina!..bah”. El caso es que antes de despedirse, el coyote le había dicho: “Ten cuidado, vuelves a tener 34 años, no repitas lo errores”. Y pensó en las palabras del coyote mientras se despertaba; encendió la radio, y en la radio las noticias de otras veces… Mi amigo buscando los papeles del coyote; no los encontraba… De repente alguien dijo la fecha: era la de hacía 5 años. Bajó corriendo las escaleras y compró el primer periódico que vio. Miró la fecha… y era la de hacía cinco años. Volvía tener 34 años. Agarró el primer taxi que vio, se fue para su oficina volando, subió las ocho plantas corriendo, y allí estaba todo igual: su mismo despacho, la misma gente…Y la misma ventana. Mi amigo se acercó a ella, se asomó y su aliento se detuvo; como toda la ciudad, al paso de la dulce Carola. Todo empezaba de nuevo.
Ahí tienes a mi amigo, con todo el futuro por delante, o con todo el pasado, no se muy bien. Volviendo a mirar por la ventana y encontrándose con aquella mujer; ahora jugaba con ventaja, porque conocía los plazos del tiempo que le quedaba. Aún así, dejó pasar el primer año deleitándose, asomándose por la ventana, y planificando bien la declaración de amor; pensando en la pose precisa, en las palabras adecuadas, y dejó pasar el tiempo. Un día se presentó en el restaurante a la hora de comer, se sentó en la primera mesa que vio libre, y vio a Carola, deambulando entre las mesas, se acercó, se puso delante de él, y le dijo: “¿Qué desea?”. Aquel era el momento, ésa era su oportunidad, así que su garganta se tensó como una guitarra, y mirándola le dijo:
“Una sopa de cebolla y un filete de ráchela bien cocido, por favor”.
Carola tomó nota y se fue. Mi amigo se estuvo maldiciendo toda la noche, así que al día siguiente,ahí le tienes, sentando a la mesa, mirando a Carola, clavando sus pupilas en las de ella y diciendo: “una sopa de cebolla y unos tacos de camarones, por favor”. Y al día siguiente, armándose de valor: “Una sopa de cebolla sólo, por favor”. Y así, día tras día, asomándose por las ventanas viéndola pasar, y a la hora de comer asomándose a una sopa de cebolla… Y el tiempo pasaba. A veces mi amigo creía que ella fijaba su vista en él, y entonces, ahhhh amigo… Entonces las palomas del parque volaban, los borrachos en las tabernas brindaban a su salud, los feligreses en las iglesias se abrazaban, y los soldados en primera línea de fuego se daban largos besos en la boca. Qué va. Ella no reparaba en él. Y pasaba el tiempo, pasaban los días, pasaban los meses, y pasaban los años, años de sopa de cebolla. Por fin llego el momento; no podía retrasar más la declaración. Al día siguiente Carola se iba, y aquella noche casi no durmió mi amigo. Pero al día siguiente ahi se presento, se acercó a Carola como todos los días, y le dedico una sonrisa, quizás mas afectuosa que otras veces. El caso es que se hizo silencio un instante que pareció eterno, ahí pensó decir “Me gustas cuando callas por que estas como ausente”, o no se, quizás, “¿Por qué me despierto de madrugada mientras todos duermen?” Pensó en decirle:” Me dueles mansamente, me dueles, quítame la cabeza, córtame el cuello, porque nada queda de mí después de este amor”. Pensó en decirle simplemente: “Quédate conmigo, por favor”. Y por fin: “Una sopa de cebolla, por favor”. Era inevitable. Mi amigo comió la sopa de cebolla como un condenado a muerte, en calma y en silencio, y se fue para casa. Ni siquiera pasó por su despacho, sabia que la derrota era inevitable, y a mi no me sorprende mucho porque creo que alguien dijo una vez: que “los amores cobardes, no llegan ni amores, ni a historias; se quedan ahí, ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar”.
Al principio mi amigo se derrumbó, pero luego…. Luego también, pero trató de buscar de nuevo al coyote para encontrar la posibilidad de…. De yo qué sé. Y se fue para la plaza de Santo Domingo, y rebuscando encontró el nuevo callejón y el antiguo portal… Y no. Encontró una sucursal del Fondo Monetario Internacional; esos eran otros coyotes, no le interesaban. Así que recordó las palabras del viejo coyote: cerca de Tepozlan, recordó la curva del autostopista. Agarró el carro y se fue para allá… No se sorprendió cuando se encontró un poblado fantasma; aquel pueblo era una sombra del pasado, todo ruinas, abandonado desde hacía mas de 50 años. Empezaba a hacerse de noche. Mi amigo se sonrió, asumió la derrota y decidió volver a casa cuando ya era noche cerrada. Entró en el coche y, al poco de salir del pueblo, encontró a una chica haciendo autostop en el arcén. Mi amigo no lo dudó, paró, bajó la ventanilla, y “¿A dónde vas?”: - al D.F. – “Pues sube”, y al poco de subirse ella dijo: - tenga mucho cuidado en la siguiente curva. Y apenas pudo acabar la frase, porque en la última palabra sonó el reventón de una rueda, así que mi amigo, se tuvo que hacer a un lado de la carretera, y dijo: “disculpa”… Y tenías que ver la cara del autoestopista. Porque la curva quedaba lejos.
Bueno…Pues, se detuvieron, él bajó a cambiar la rueda, y ella con él… Y empezaron a hablar; una conversación trivial, pequeñas cosas, que fueron creciendo como bolas de nieve hasta convertirse en grandes cosas - ¿Y tú de dónde eres?, - Pues yo del D.F., y él le preguntaba :”Y a qué te dedicas”, y ella decía: “antes estudiaba, pero ya no”… Al rato no sé que le estaría contando él porque ella se descojonaba de risa, y jamás nadie había tardado tanto en cambiar una rueda, la verdad. Y la noche pasaba, y mi amigo le empezó a contar la historia de la dulce Carola, del coyote, y de la ventana, y de la sopa de cebolla, y le decía a la mujer: “¿Te lo crees?”, y la mujer decía:
“Si yo te contara… Yo sé lo que es desaparecer justo en el momento preciso, yo sé lo que es repetir la historia una y otra vez…. Yo te entiendo”.
- ¿Tu crees en los amores a primera vista? – ¿acaso existen otros?
Aquella mujer, la autostopista era hermosa, no se si tanto como Carola, pero era hermosa, triste pero hermosa. Aquel silencio fue eterno, y él le dijo: volvamos al coche, te llevo al D.F. Y mientras se subían al coche, el pensó en decirle: “Quédate conmigo, huyamos juntos a cualquier sitio, empecemos de nuevo, yo que se!”, y quizás ella pensaba lo mismo, pero, sin embargo, dijo: “Ten cuidado con esa curva”. Y mi amigo tuvo mucho cuidado, paso la curva, y con los ojos fijos en la carretera, mi amigo no se atrevía a mirar en el asiento de al lado. Quizás ella también se había marchado como la dulce Carola y volvía a estar solo, y sabiéndose solo, se dirigió hacia la autopista y cuando iba a entrar en ella escucho una voz al lado que decía:
“¿Alguna vez has estado en Acapulco?”
Mi amigo miro en el asiento de al lado y hay seguía ella, ahora estoy seguro era mas hermosa que Carola, mi amigo dijo:” Nunca”, y ella le dijo: “Pues llévame”. Yse fueron, y así siguen en la carretera. Mi amigo no volvió a ver a Carola, porque lo importante no era Acapulco, lo importante era el viaje, y saber que hay que tener memoria para no repetir los errores y saber que la historia no se debe repetir.
Sobre los fantasmas, no sé si creer. Yo no sé si hay vida después de la muerte. Hay gente que se cuestiona si hay vida antes de la muerte. Yo personalmente me cuestiono si hay vida antes de las 12 de la mañana…
El caso es que por aquella carretera ahora pasan después de media noche, no se si existe un coyote que me devuelva a mi pasado, no creo, pero yo personalmente no dejare que pases por debajo de mi ventana sin pedirte que te quedes conmigo, ni que subas a mi coche sin que emprendamos una urgente huida.
Ismael Serrano - “La dulce carola”.

Virus- Superficies de placer ( lo mejor de virus...para mi obvio)



Hacía tiempo que venía dándole vueltas a la idea de dedicarle unas líneas a Virus, la genial agrupación platense que logró erigirse como uno de los actos más representativos y emblemáticos en la historia del rock latino. La memoria es frágil, el tiempo pasa volando y a veces el olvido tiende su manto sobre cosas que fueron realmente importantes. Muy pocos parecen recordar lo innovadores que fueron Virus en su momento, la corriente de renovación que la irrupción de la banda con el caliente Wadu Wadu (CBS, 1981) constituyó para un rock argentino que por entonces olía a naftalina, a decadencia. Federico Moura, su líder, poseía una elegancia innata, era extremadamente refinado y talentoso como pocos. Con Virus llegaron la irreverencia y el desenfado cuando reinaba la solemnidad e impusieron ambas. Fueron los primeros de una corriente estética que continuaría con Abuelos de La Nada (formación Abuelo-Calamaro-Melingo-López- Corbella), Los Twist, Los Helicópteros, Los Encargados, Viuda e Hijas de Roque Enrol y Soda Stereo, la columna vertebral de la "nueva ola" porteña. Y nunca fueron complacientes. Sus siguientes albúmes Recrudece (DG, 1982), Agujero Interior (CBS, 1983) y Relax (CBS, 1984) dan cuenta de una superación constante y de una evolución sostenida. Con su quinto álbum, el promocionadísimo Locura (CBS, 1985), el grupo llegó a su máximo nivel de popularidad. En Perú no fue la excepción. En julio de 1986 Virus realizó tres presentaciones en la Feria del Hogar congregando en la última fecha a más de 40,000 personas. "Pronta Entrega" y la archiconocida "Una Luna de Miel en la mano" (un sutil canto a la masturbación) tomaron por asalto las ondas radiales en aquellos días. El suceso en su natal Argentina fue de tal envergadura que obligó a la edición de Virus Vivo (CBS, 1986), álbum que deja testimonio del profesionalismo y del impecable despliegue de la banda en directo. Virus estaba en su mejor momento y como consecuencia, en 1987 RCA ofrece al grupo un contrato por 3 discos y 250,000 verdes, que los chicos aceptan sin dudar. Las cosas no podían ir mejor. Viajan entonces a Brasil, concretamente a Río de Janeiro, donde en los estudios Somlivre (propiedad de la O´Globo) comenzarían a grabar el que se convertiría en el mejor disco de la banda. Para el título se barajaron varias opciones, entre ellas "Yoga" y "La comezón del séptimo año". Al final se decidieron felizmente por uno más apropiado y sugerente, Superficies de Placer (RCA, 1987).
Pero no todo podía ser felicidad. En medio de las sesiones, Federico comenzó a sentirse mal. La fiebre y la tos lo aquejaban y acabó cogiendo una neumonía. Ante semejante cuadro sus compañeros le recomendaron hacerse un chequeo con un médico recomendado por su amiga Zoca, por entonces pareja de Charly García. Los exámenes arrojaron un resultado fatal. Moura había contraído el SIDA. La noticia hizo estragos en el cantante, y por supuesto en toda la banda. Entre muchas cosas, los planes de un lanzamiento continental de Virus con presentaciones en Colombia, Ecuador y México se venían abajo. Todo ese infortunio acabaría definiendo emocionalmente el cariz del disco. Según cuentan sus hermanos Julio y Marcelo (guitarrista y tecladista respectivamente) el ambiente durante la grabación fue terrible. Ni siquiera el clima tropical carioca consiguió amainar la tristeza y la rabia que sentían por el estado de su hermano. Peor aún, Federico no se encontraba en condiciones físicas ideales para cantar, agobiado por los síntomas de la enfermedad que comenzaban a manifestarse. Tuvo que esperar a que la neumonía cediera para grabar las voces. No es difícil imaginar entonces toda la fuerza espiritual que debió extraer de si mismo para cumplir con su función y más aún de la forma magistral en que lo hizo. Superficies de Placer encierra entonces (más que en cualquier otro disco de Virus) el desbordante talento de un músico que se sabía cercano a su muerte y la desafió con entereza, dispuesto a sacarle partido a cada segundo, a cada instante que le quedara de vida; aprovechando esta última ocasión para desnudar su alma como nunca antes lo había hecho, dándonos a todos una lección de vida.
La grabación de Superficies arrancó en abril del 87. Como es regla se trabajó primero en la instrumentación, dejando las voces para el final. Llegado el momento, como apuntaría Marcelo, Federico "cantó como los dioses". Es fácil encontrar en todos los temas detalles de imperecedera luminosidad. En "Mirada Speed" hay líneas de una innegable sensualidad ("Me balanceo hasta acabar / junto a esta mágica / adolescente sin edad"). La voz de Federico y los teclados de Marcelo y Daniel Sbarra juegan su parte para afianzar esa sensación. Hay incluso muestras de un convincente pop estilizado, aquí dado por "Encuentro en el Río musical", con una onda muy funky, y que es donde mejor se aprecia la siempre eficiente labor de la base rítmica conformada por Mario Serra y Enrique Mugetti. El álbum, sin embargo, está notablemente dominado por ambientes de una mágica oscuridad, más propios de una ceremonia que de un disco. Esto comienza a gestarse en "Danza Narcótica". Dicen que Federico se identificó tremendamente con esta canción. Cuando el canta "Encrucijada / hay amenazas de un final / frases para pensar", la música adquiere un inolvidable color dramático. Hasta en temas melódicamente más rítmicos se advierte el sufrimiento, una latente desazón. "Las cosas se alejan de mi / y es difícil poder tocarlas / las cosas se alejan de mí / y yo debo seguir soñando", se escucha en "Ausencia (I´m a Lucky Man)". Irónico sin duda. Pero si hay una pieza que concentra toda esa intensidad emocional de la que hablamos esa es "Rumbos Secretos". Aquí el piano dibuja figuras increíbles, delicadas e intimistas, sobre las que van desplazándose apenas distinguibles las guitarras de Julio y Daniel, mientras que la voz de Federico va inundándolo todo ("Voy a recorrer / un mundo incierto / recostado / en mis sueños / y así / tengo una ilusión"). La pasión se desborda en "Polvos de una relación". La música, la letra ("Todo lo sólido se esfuma / polvos de una relación / cuando la noche nos estafa / las caricias sufren inflación / oro en polvo / yo te adoro / temo enloquecer / sin tus polvos no"), la voz, todo es un frenesí vital de deseo y amor. En "Superficies de Placer", Virus se impregna de la atmosfera festiva de Río y adopta como propio el sabor costumbrista de la ciudad, en una oda al voyeurismo, entendida como experiencia generadora de placer ("Toda mi pasión se elevará / viéndote actuar tan sugerente / lejos de sufrir mi soledad / uso mi flash / captó impresiones"). El video, recuerdo, mostraba a los integrantes del grupo caminando por la playa en un día soleado, fuertemente abrigados, en un contraste curioso. "Transeúnte sin identidad", estremecedora, parece ser la despedida de Federico. Entre trazos instrumentales celestiales, casi espectrales, va dejando frases profundas ("Te amaré contra el reloj / si mi ardor / lo marca / sobre un barco / no tengo identidad / inmediata pasión / roja luna / física / mírame / ofrécete a besar") que aún hoy se mantienen imborrables. Un capítulo importante del rock hispano se estaba cerrando.





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