30 de octubre de 2014
Instrucciones para subir una escalera al revés
En un lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme, se explicó alguna vez que hay escaleras para subir y escaleras para bajar; lo que no se dijo entonces es que también puede haber escaleras para ir hacia atrás. Los usuarios de estos útiles artefactos comprenderán, sin excesivo esfuerzo, que cualquier escalera va hacia atrás si uno la sube de espaldas, pero lo que en esos casos está por verse es el resultado de tan insólito proceso. Hágase la prueba con cualquier escalera exterior. Vencido el primer sentimiento de incomodidad e incluso de vértigo, se descubrirá a cada peldaño un nuevo ámbito que, si bien forma parte del ámbito del peldaño precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica y lo ensancha. Piénsese que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la forma usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la escalera misma, su hipnótica sucesión de peldaños; en cambio, bastará subirla de espaldas para que un horizonte limitado al comienzo por la tapia del jardín, salte ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque luego el molino de la Turca, estalle en los álamos del cementerio y, con un poco de suerte, llegue hasta el horizonte de verdad, el de la definición que nos enseñaba la señorita de tercer grado. ¿Y el cielo? ¿Y las nubes? Cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase el cielo que le cae en plena cara desde su inmenso embudo. A lo mejor después, cuando gire en redondo y entre en el piso alto de su casa, en su vida doméstica y diaria, comprenderá que también allí había que mirar muchas cosas en esa forma, que también en una boca, un amor, una novela, había que subir hacia atrás. Pero tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse. Hay cosas que sólo se dejan ver mientras se sube hacia atrás y otras que no quieren, que tienen miedo de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto; obstinadas en su nivel y en su máscara se vengan cruelmente del que sube de espaldas para ver lo otro, el campito de los Peñaloza o los álamos del cementerio. Cuidado con esa silla; cuidado con esa mujer.
Instrucciones para subir una escalera
Instrucciones para subir una escalera[Instrucciones. Texto completo.] Julio Cortázar | |
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16 de julio de 2014
22 de abril de 2014
Arena (fragmento del Libro del fantasma A. Dolina)
Arena
Los paganos admitían la
existencia de divinidades toscas, im-
perfectas, chapuceras.
perfectas, chapuceras.
Los dioses no
sólo estaban sujetos a toda clase de vaivenes éti-
cos sino que también cometían numerosos errores en el ejercicio
de su profesión: creaban universos endebles, se dejaban engañar
por los humanos, desconocían el futuro, fallaban en sus cálculos.
cos sino que también cometían numerosos errores en el ejercicio
de su profesión: creaban universos endebles, se dejaban engañar
por los humanos, desconocían el futuro, fallaban en sus cálculos.
Las grandes
religiones monoteístas acuñaron la idea de la infa-
libilidad divina, de un poder sin grietas.
libilidad divina, de un poder sin grietas.
No es nuestro
propósito ejercitarnos ociosamente en la lógica
para entretenernos con esas paradojas que tanto divierten a los
gandules agnósticos. Ahorraremos al lector la modesta perpleji-
dad de pensar si Dios es capaz de crear un objeto tan pesado que
Él mismo no pueda levantar.
para entretenernos con esas paradojas que tanto divierten a los
gandules agnósticos. Ahorraremos al lector la modesta perpleji-
dad de pensar si Dios es capaz de crear un objeto tan pesado que
Él mismo no pueda levantar.
Sin embargo,
la historia de la arena comienza con una distrac-
ción de un Dios omnipotente.
ción de un Dios omnipotente.
Las tradiciones islámicas
dicen que, habiendo finalizado la
creación, el Señor advirtió que faltaba la arena. Grave defecto, si
bien se mira. Los hombres estarían privados de la deliciosa volup-
tuosidad que sienten al caminar junto a los mares. El fondo de los
ríos sería siempre rispido, los arquitectos carecerían de un mate-
rial indispensable, los caminos no podrían suavizarse, las huellas
de los enamorados serían invisibles.
creación, el Señor advirtió que faltaba la arena. Grave defecto, si
bien se mira. Los hombres estarían privados de la deliciosa volup-
tuosidad que sienten al caminar junto a los mares. El fondo de los
ríos sería siempre rispido, los arquitectos carecerían de un mate-
rial indispensable, los caminos no podrían suavizarse, las huellas
de los enamorados serían invisibles.
Dispuesto a remediar su
olvido, Dios envió al arcángel Gabriel
con una enorme bolsa de arena a que la desparramara allí donde
fuera necesario.
con una enorme bolsa de arena a que la desparramara allí donde
fuera necesario.
Pero el Enemigo trabaja siempre
para estropear la obra divina.
Mientras Gabriel volaba con
su carga inconcebible, el diablo le
agujereó la bolsa. Esto sucedió exactamente sobre la región que
hoy es Arabia. Casi toda la arena se volcó en ese lugar, de modo
tal que las nueve décimas partes del país quedaron convertidas pa-
ra siempre en un desierto.
agujereó la bolsa. Esto sucedió exactamente sobre la región que
hoy es Arabia. Casi toda la arena se volcó en ese lugar, de modo
tal que las nueve décimas partes del país quedaron convertidas pa-
ra siempre en un desierto.
Advertido de esta
catástrofe, Dios resolvió ofrecer a los árabes
algunos dones compensatorios.
algunos dones compensatorios.
Les dio un cielo lleno de
estrellas como no hay otro, para que
miraran siempre hacia lo alto.
miraran siempre hacia lo alto.
Les dio el
turbante, que bajo el sol del desierto es mucho más
valioso que una corona.
valioso que una corona.
Les dio la tienda, que es mejor
que un palacio.
Les dio la espada. Les dio el
camello. Les dio el caballo.
Y les dio
algo más precioso que todas las otras cosas juntas: la
palabra, el oro de los árabes.
palabra, el oro de los árabes.
Otros pueblos
modelan en la piedra o los metales. Los árabes
modelan en el verbo.
modelan en el verbo.
El poeta (el chair) es sacerdote,
juez, médico, jefe. El poeta es
poderoso: puede traer alegría, tristeza, encono. Puede desencade-
nar la venganza y la guerra. Puede matar con la palabra.
poderoso: puede traer alegría, tristeza, encono. Puede desencade-
nar la venganza y la guerra. Puede matar con la palabra.
Los errores
de Dios, como los de los grandes artistas, como los
de los verdaderos enamorados, desencadenan tantas reparaciones
felices que cabe desearlos.
de los verdaderos enamorados, desencadenan tantas reparaciones
felices que cabe desearlos.
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